Semana de la Memoria en la ECI

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Por: Claudia Ardini, directora de la ECI

Conmemorar esta fecha, el aniversario del golpe de Estado, fue teniendo a través de los años una impronta distinta, el signo quizás, del tiempo, del contexto político social en el que se inscribió cada conmemoración.

El año 2003 fue sin dudas el año que marcó un antes y un después en materia de política de Derechos humanos en la Argentina y también en Latinoamérica.

Hoy esta conmemoración nos encuentra en un momento singular. En Córdoba se está llevando uno de los juicios más trascendentes de nuestra historia por crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura de 1976.

En lo que a nosotros respecta nos encontramos en una Universidad que se apresta a celebrar sus 400 años, y que como nunca antes, en estos últimos seis años, impulsó una política de derechos humanos que la distingue como institución universitaria y la pone en sintonía con los debates y las exigencias de este momento de la historia.

Una universidad que tuvo también sus desaparecidos, víctimas de esa dictadura. Nuestra Escuela que cumplió el año pasado 40 años, a poco de comenzar su historia, ofrendó 29 vidas jóvenes que fueron parte de esa historia trágica para la nación argentina que sostienen y alimentan el espíritu de lucha de esta institución.

Pensar en los 30.000 desaparecidos, es pensar en las madres, las abuelas, familiares y sobrevivientes que emprendieron una lucha emblemática. Sin duda fue la continuidad de otras luchas. Rodolfo Walsh se pregunta en el prólogo de su libro Operación Masacre: “¿Puedo volver al ajedrez? Puedo», se responde. «Al ajedrez y a la literatura fantástica que leo, a los cuentos policiales que escribo, a la novela seria que planeo para dentro de algunos años, y a otras cosas que hago para ganarme la vida y que llamo periodismo».

Walsh ya no puede volver al ajedrez, a su novela, a sus cuentos, a su vida, porque ahí afuera, hay una verdad esperando ser develada, ser gritada, hay una injusticia esperando ser reparada, y en ese bar hay un hombre que juega al ajedrez, que escribe maravillosamente, que tiene una familia, pero ante todo hay un hombre que siente en su pecho, la sed de justicia de uno y de todos los hombres y mujeres de esta patria, como quedará luego testimoniado en su carta abierta a junta militar. Un hombre que entendía o presentía que su lucha lo implicaba  peligrosamente, y a la vez lo trascendía como individuo, como persona. Pudo seguir jugando al ajedrez pero no lo hizo.

Imagino esa pregunta o cualquier otra en el mismo sentido, sobrevolando los pensamientos de nuestros desaparecidos. Pensando por un momento en dejar esas banderas, esos lugares de lucha, en las ganas de volver a su familia, al calor de su hogar, a sus amigos, a la música, al trabajo, al estudio, a su mundo. Al igual que Walsh, no pudieron, no quisieron, su compromiso y desvelo por un mundo mejor fueron superiores a sus deseos individuales.

Conmemoramos el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. La memoria alcanza sólo a algunas generaciones. Para perdurar debe transformarse en historia y esa historia debe escribirse en trazos seguros, firmes, leales a los acontecimientos, trazos justos que den la dimensión y la envergadura de sus actores. Una historia cuya escritura y  transmisión deberá ser necesariamente custodiada para no ser tergiversada, como tantas veces lo ha sido nuestra historia de argentinos, de latinoamericanos.

Los luchadores de hoy, la militancia de hoy tiene el deber y el compromiso de ejercer esa custodia, no apropiándose de lo que simbolizan los desaparecidos sino transformando la memoria de su lucha en historia. Una historia de la que involucre a todos y cada uno de los argentinos hoy y fundamentalmente las generaciones venideras.

Una historia que no quede en el bronce sino que sea historia viva que nos movilice siempre, que nos invite a ser protagonistas de los distintos momentos de la historia. Este tiempo nos invita a pensarnos como hombres y mujeres dispuestos a vivir una vida más allá de nuestras siempre pequeñas humanidades, una vida al servicio de los demás, de los que más necesitan, una vida traducida en militancia, en acciones por un mundo mejor y más justo.

 

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